Y, es que, intentar crear la diversidad es como inventar el agua tibia. ¡La diversidad existe y existirá siempre! Por más uniformizante que sea una cultura, siempre tendremos diferencias que nos hacen únicos.
A lo largo de nuestra historia, podemos observar intentos por suprimir la diversidad. Esto ha ocurrido por miedo a lo diferente, a lo original y excéntrico. El valorar las diferencias se ha percibido como una amenaza a lo establecido por quienes mantienen el poder ideológico, social, espiritual, económico o político. La razón obvia: la diversidad es una manifestación de la libertad que todos tenemos de ser como somos y que equilibra poderes.
Valorar la diversidad es valorar nuestra libertad y la de otros. En el encuentro y respeto de posturas diversas, divergentes o incluso antagónicas, es donde afirmamos nuestro propio derecho a ser lo que elegimos en la vida.
Particularmente, los niños deben crecer respirando este aprecio y valoración por las diferencias, como algo deseable, útil y bueno. Los adultos no podemos seguir perpetuando este miedo a lo distinto, sesgando la visión de las nuevas generaciones del mundo a una única interpretación de la realidad, que en gran medida es la raíz de la violencia que vivimos hoy en día.
En CreeSer, queremos defender el derecho de los niños y niñas a disentir. Queremos defender particularmente al que disienta de nuestras ideas y convicciones, por seguramente de esa persona tenemos algo que aprender. En eso probaremos nuestra congruencia por vivir y atesorar el valor de la diversidad.
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