En uno de los barrios más antiguos de la Ciudad de México, se encuentra este inmueble emblemático que fue el universo creativo de Frida Kahlo y actualmente es uno de los museos más concurridos de Coyoacán.
Guillermo Kahlo, fotógrafo importante durante el porfiriato y padre de Frida, compró el terreno en 1904, tres años antes del nacimiento de la pintora. La casa se construyó a usanza de la época, con un patio central rodeado de habitaciones y con un estilo exterior totalmente afrancesado. Durante la Revolución sirvió como refugio para los combatientes, allí se les proporcionaba asilo, comida y curaciones.
Fueron Frida y Diego Rivera quienes le dieron un estilo muy particular a la casa, plasmando su admiración por los pueblos de México. Inicialmente era blanca, pero decidieron pintarla de azul, pues ella creía que el color ahuyentaba a los malos espíritus.
En 1946, Diego Rivera le pidió a Juan O’Gorman la construcción del estudio de Frida. Propuso utilizar materiales como la piedra volcánica o basalto, y fue decorado con objetos de arte popular mexicano.
En esta casa, Frida Kahlo comenzó y terminó su vida. Después de su muerte, Diego donó la propiedad para que se convirtiera en la Casa-Museo de la artista, pero fue hasta 1958, un año después de la muerte del legendario muralista, cuando se dio por inaugurado el recinto.
A través de las habitaciones y salas de exposición, los objetos personales de Frida nos van revelando el universo íntimo de la artista: las figuras de barro y papel maché que descansan en las alacenas o cuelgan de las paredes; sus ollas de barro y las cazuelas sobre el fogón; los bocetos realizados a carbón, los cuadros inconclusos; el espejo sobre su cama, las muletas, los corsés, la silla de ruedas y el atril que le sirvió para seguir trabajando durante sus muchos años de convalecencia.
Por su parte el comedor guarda los recuerdos de grandes personalidades de la cultura y destacados artistas de la época que convivieron en ese espacio: Tina Modotti, el Dr. Atl, Isamu Noguchi, André Breton, José Clemente Orozco, Arcady Boytler, Edward Weston, Sergei Eisenstein, Nickolas Muray, entre muchos otros.
Visitas guiadas y dramatizadas, actividades especiales como conferencias y obras de teatro, tienda, librería, cinco salas permanentes con la obra de Frida y cinco más para exposiciones temporales, es lo que te ofrece el museo donde la atmósfera del lugar permanece como si Frida aun habitara en él.
No dejes de visitar La Casa Azul, descrita por Carlos Pellicer en 1955: “Pintada de azul, por fuera y por dentro, parece alojar un poco de cielo. Es la casa típica de la tranquilidad pueblerina donde la buena mesa y el buen sueño le dan a uno la energía suficiente para vivir sin mayores sobresaltos y pacíficamente morir…”
Fuente: CDMX
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