La alimentación complementaria correcta beneficia el crecimiento y desarrollo adecuado del niño, de acuerdo a los estándares para cada mes, además reduce el riesgo de padecer enfermedades como obesidad, diabetes e hipertensión y desnutrición en etapas posteriores.
Aseguraron lo anterior Vanesa Hernández Rosiles y Pamela Almada Velasco, adscritas al servicio de Nutrición del Hospital Infantil Federico Gómez, quienes explicaron que dicho término se refiere a la introducción de alimentos diferentes a la leche materna y/o fórmulas lácteas a partir de los seis meses de vida.
Es un proceso fundamental para los menores, ya que a partir de dicha edad el consumo exclusivo de leche no es suficiente en lo que se refiere al aporte nutrimental, “en esta etapa de vida, del 100 por ciento de la energía que se requiere, 25 por ciento debe provenir de alimentación complementaria”.
Se trata que los lactantes consuman alimentos sólidos que les brinden vitaminas, proteínas y minerales necesarios para su desarrollo, los cuales provienen de carnes rojas, pollo, cereales fortificados frutas y verduras.
Detallaron que lo recomendable es ofrecer tres tiempos de comida con una o dos colaciones, durante los cuales se les da a los bebés entre dos y tres cucharadas de alimento, cantidad que incrementa conforme el niño va creciendo y su capacidad gástrica es mayor, al llegar al año se debe dar hasta una taza.
Se recomienda añadir alimentos nuevos cada tres días, para descubrir si el menor tiene tolerancia o aparecen reacciones alérgicas. El consumo de leguminosas debe iniciarse a partir de los siete meses, se continúa el proceso hasta que se logren incluir los cuatro grupos de alimentos del plato del bien comer.
Las especialistas hicieron énfasis en que la única bebida que se puede incluir en la alimentación diaria es el agua simple, ya que darle al niño sustitutos de líquidos azucarados naturales o procesados, aumenta el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad en etapas posteriores.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta de Medio Camino Ensanut 2016, 8 por ciento de los bebés entre cero y cuatro meses de edad ha ingerido bebidas azucaradas y 6 por ciento algún alimento con azúcar. Por otro lado 37 por ciento de los menores entre 4 y 6 meses consumió estos líquidos y hasta 16 por ciento sólidos azucarados.
Las principales recomendaciones a los cuidadores de los infantes son:
- Permitir al menor que coma solo, aunque se ensucie porque es parte del desarrollo psicomotor.
- Las porciones deben ser de acuerdo a la edad, es necesario respetar la saciedad del niño, es decir, no forzarlos a que coman todo lo que el adulto quiere.
- Se deben ofrecer primero los alimentos sólidos y posteriormente la leche o fórmula.
- Se inicia con alimentos nuevos, debido a que cuando el bebé tiene hambre es más fácil que los acepte.
- La principal regla a seguir en etapa como alimentación complementaria, preescolar y escolar es “los padres dictan qué, cómo y los niños cuánto quieren comer”.
- Se inicia con papillas, después machacados y picados finos, para que alrededor de los 10 meses los niños coman alimentos picados, lo que beneficia el neurodesarrollo en cuanto a masticación y habla.
Finalmente dijeron que la exposición a los alimentos debe ser repetida entre ocho y 10 veces porque en muchos de los casos, la madre ofrece una vez el alimento y si el bebé lo rechaza no se lo vuelve a dar, sin reconocer que el lactante se encuentra en etapa de exploración.
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