Un constante fluir de gente se registró en el tercer día de actividades de la XXV Feria del Tamal a donde se han dado cita, desde el pasado 27 de enero, todos aquellos que quieren disfrutar la gran variedad que hay en México y en el extranjero, de este exquisito platillo.
En el marco del Día de la Candelaria y como ya es tradición desde hace 25 años, el Museo Nacional de Culturas Populares abre sus puertas a los productores de todo el país para que compartan sus saberes y sus sabores con los comensales y es que tan sólo el año pasado este encuentro gastronómico convocó a más de 60 mil personas.
La variedad es extensa pues hay tamales de todo: verdes, de mole, de chile colorado, dulces; de carne de cerdo o de pollo, envueltos en hoja de maíz o de plátano; vegetarianos; el zacahuil, que es el tamal gigante de la Huasteca; otros sin masa, conocidos como tlapiques que sólo llevan un guisado y los nacatamales de Centroamérica, que además de carne, llevan diversos granos como arroz, chícharos, aceitunas, alcaparras y garbanzos.
Además de los sabores tradicionales, los asistentes pueden degustar tamales con ingredientes exóticos, como pejelagarto, chapulines, camarón con calabaza, sesos de chancho y gusanos de maíz, así como nuevas creaciones como los de coco y anís y los de chocolate con menta.
Para los productores, la Feria del Tamal es una gran oportunidad para compartir con los comensales sus saberes y sabores, ya que se trata de un platillo ancestral de complicada elaboración, pues muchos aún llevan el maíz al molino y baten la masa a mano.
La señora Leticia, quien desde hace 24 años acude a la Feria para ofrecer sus creaciones, se dijo orgullosa cuando los asistentes abren con ellos un tamalito e invitó al público a hacer un recorrido gastronómico, ante la gran gama de sabores que cada uno ofrece.
Los asistentes también disfrutan la posibilidad de probar nuevos sabores y para muchos, ya es una visita obligada. Priscila indicó que “vengo desde hace años, me gusta mucho porque te dan la prueba y te dicen de qué región son”.
En esta ocasión, dijo, probó uno nuevo de dulce. “Era de durazno con nata y me estuvo explicando la señora desde cómo hacían la nata y los duraznos, que son en almíbar, no son los duraznos que hacen ni cristalizados, ni nada y también ella tenía uno de chocolate pero le puso queso filadelfia y sabía diferente a los otros de chocolate”.
También degustó uno de champiñones con queso y hasta se animó a probar el de gusano de maguey y para acompañar estas delicias, optó por un atole de arándano. “Por eso siempre vengo, porque hay mucha variedad y siempre hay cosas nuevas”.
Y es que esta fiesta ofrece además una gran variedad de atoles: de pinole, alpiste, maracuyá, mamey y el llamado de novia con tres leches y tres chocolates y el de monja con rompope. También aguas frescas de exóticos sabores, como el pozol, el agua de cacao, maracuyá, xoconostle y chaya; así como la mistela centroamericana hecha con agua de coco, piña, manzana, canela, clavo, cereza y maracuyá.
La Feria del Tamal, que este año llega a su edición número 25, continuará hasta el 2 de febrero. Además de conocer y degustar una gran variedad de tamales, los asistentes pueden disfrutar de charlas con especialistas sobre la dieta de la milpa, el uso artesanal del maíz y la cocina mexicana e incluso aprender secretos de los propios productores para, por ejemplo, envolver tamales.
La cita es en el Museo Nacional de Culturas Populares, avenida Hidalgo No. 289, colonia Del Carmen, Coyoacán. La entrada es libre y los tamales se ofrecen a precios que van desde los 15 hasta los 90 pesos.
Comunicado firmado por la Secretaria de Cultura
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