Cada mañana comienzo el día sentada mirando una planta llena de flores color violeta; es una gran alegría para mí quedarme sentada, mirando las flores. Me hace muy feliz, y es que es la felicidad lo que la mayoría de nosotros queremos.
Hay dos maneras en que se puede pensar en la felicidad. Se pueden considerar las formas en que viene y va, aunque la felicidad es cuando nosotros la experimentamos. Podemos tener episodios de felicidad o simplemente podemos ser felices.
Cuando se pregunta qué quieren los padres para sus hijos, la respuesta que más se da es "que sean felices". Pero el enseñarles a ser más felices a los niños no está en ceder a la compra de un juguete que es muy divertido por un día o dos y luego es carente de interés totalmente, sino frente a aquellas cosas que pueden proporcionar una mejor forma de vida para ellos.
¿Se puede enseñar a los niños a ser felices?
Algunos niños son más propensos a ser felices y podemos ayudarlos, aunque no estemos seguros.
Enseñarles a que aprecien lo que tienen y no compararse desfavorablemente con lo que deberían tener, que piensen en las cosas buenas que poseen, por ejemplo, puede hacer a los niños más felices.
Se debe evitar la exposición de los niños a los mensajes de cosas que supuestamente necesitan más, como el último juguete y la adquisición de nuevas posesiones. Esta no es una buena receta para la felicidad.
Debemos animar a los niños a gastar su tiempo en cosas que lo hagan aprender y buscar nuevas experiencias, en explorar el mundo que tienen a su alrededor, un poco alejados de la tecnología. Los padres actuales muchas veces tienen ideas consumistas y eso es lo que transmiten a sus hijos, no disfrutan el placer de leer un buen libro, o irse de día de campo, en definitiva, pasar tiempo de calidad con sus hijos.
La autoestima de los niños se resiente cuando son ignorados y no se toman en cuenta sus necesidades emocionales. Cuando los niños se sienten amados y son tomados en cuenta, son sanos y respiran un aire de felicidad que atrae.
Debemos tomar actitudes optimistas frente a los reveses que da la vida. Si somos capaces de dejar atrás las decepciones y contratiempos, seguramente ellos nos imitarán y serán personas más felices.
La felicidad es contagiosa; si uno es feliz, hace feliz a los que tiene a su alrededor.
Fuente: Entre Padres
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