Esta tarde me encontré a la mamá de una buena amiga que hacía mucho tiempo no veía.
En pocos minutos, me puso al día sobre todo lo que había sucedido, según su punto de vista, entre ella y su hija, resaltando las razones supuestas que las llevaron a distanciarse, hasta el punto que, viviendo en la misma ciudad, ella se desconectó completamente, justificando su actuación en la interpretación que hace de las actitudes y el comportamiento de mi amiga. Pero lo extraordinario es que conozco la otra cara de la moneda; es decir, la otra parte de la historia, y ésta es completamente diferente... Cada una tiene su punto de vista, y sería difícil definir quién tiene la razón. Pero, lo cierto es que entre las dos hay un malentendido que no les permite hacer borrón y cuenta nueva para reconciliarse.
Esto también pudiera pasarnos a nosotros, quienes, al igual que ellas, nos quedamos atrapados en nuestras consideraciones y suposiciones, separados y distanciados, dejándonos llevar por la velocidad con la que vivimos el día a día, corriendo de un lado para otro, resolviendo asuntos pendientes, cargados de compromisos y nuevas responsabilidades, sin tiempo para detenernos a reflexionar acerca de lo que está sucediendo o, simplemente, decididos a no dar nuestro brazo a torcer, pensando que la otra persona está cometiendo un error, está actuando equivocadamente y que somos nosotros los que tenemos la razón, negándonos la oportunidad de aclararlo.
En una situación como ésta, donde existe un lazo familiar, con recuerdos agradables y buenos momentos compartidos, bien vale la pena hacer el primer movimiento para acercarnos y aclarar el malentendido, incluso estar dispuestos a compartir la razón con el otro sin entrar en discusiones, especialmente si existió o todavía existe un vínculo de cariño verdadero.
Corremos el riesgo, con los años, de tener una memoria selectiva, creyendo que, de esta manera, podemos justificar nuestros errores y mantener la misma postura de superioridad que siempre tuvimos hacia nuestro hijos, amigos o compañeros de trabajo, sin darnos cuenta de que abrirnos un poco, para escuchar y considerar sus comentarios u opiniones en un momento dado, sin interpretar su punto de vista como un ataque personal sino, más bien, como una oportunidad de incluirlos en nuestra vida, nos permitiría estar más cerca de ellos para compartir y continuar creciendo juntos.
Maytte Sepulveda
Publicar un comentario