Los pequeños momentos de calidad que pasamos con nuestros hijos nos ofrecen la oportunidad de estar más cerca para expresarles nuestro amor y compartir momentos de diversión, reunión familiar y enriquecimiento personal, que sirvan para fortalecer nuestros lazos afectivos. Atención, buen trato, y respeto, son los ingredientes esenciales para hacerlos sentir queridos. Los niños crecen muy rápido, y si todavía los tenemos pequeños, podemos hacer cambios en nuestra dinámica familiar para incorporar algunos elementos sencillos, que los estimulen a desarrollar la creatividad, a establecer un mayor contacto social y a realizar un poco más de actividad física, todo esto, por supuesto, en contacto con nosotros para que podamos compartir más momentos de calidad y de disfrute con ellos.
Tienen una idea del tiempo muy diferente a la nuestra, en realidad ellos están más conectados con su cuerpo y con la naturaleza. Basta que los observemos por un momento para darnos cuenta que no siguen ningún horario. Su tiempo es el que viven en cada momento.
Pueden quedarse totalmente concentrados durante horas mientras observan la televisión, o pasarse la tarde jugando con agua o pintando, sin importarles nada más, porque viven intensamente cada momento, sin pensar en lo que harán después. Esta capacidad de vivir el momento presente les permite disfrutar mucho más de lo que les rodea. Con el deseo que tenemos de aprovechar el tiempo al máximo, muchas veces, intentamos llenar el tiempo libre de nuestros hijos de actividades que los obligan a tener un horario apretado, parecido al nuestro, y que deja poco espacio para compartir el disfrute y la creatividad. De esta manera, muchos padres se pierden los mejores momentos de sus hijos. Solo podemos conocer los intereses y las capacidades de nuestros hijos cuando encontramos el tiempo y la calma para observarlos y conocerlos. Si queremos que sean felices, brindémosles todo el amor, el cuidado y el respeto que se merecen.
Maytte Sepúlveda
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