Anteponer el amor. Siempre que vayamos a comunicarnos con una persona querida, necesitamos anteponer el amor que sentimos por ella y la intención que tenemos, de modo que siempre podamos extender la comprensión, la tolerancia, el respeto y la paciencia que nos permitan responder de una manera adecuada y pertinente.
Evitar los juicios y las críticas. Como padres protectores o exigentes, no nos damos cuenta, muchas veces, de los comentarios críticos, irónicos y hasta descalificadores que usamos para conversar con nuestros hijos, y del efecto negativo que, sin querer, podemos causar en ellos. Es importante aprender a escucharnos para romper el hábito de repetirnos y elegir las palabras y las ideas que, en realidad, deseamos compartir con ellos.
Callar y escuchar. En la mayoría de los casos tenemos la tendencia aprendida a interrumpirlos cuando tratan de contarnos una idea o una experiencia, pensando que ya sabemos lo que nos van a decir, sin darnos cuenta de que, al hacerlo, interrumpimos la comunicación y nuestro interlocutor se cierra para dar por terminada la conversación que manteníamos. Respiremos profundo y dejémosle hablar hasta el final y solo en ese momento, preguntémosle si quiere escuchar nuestra opinión o punto de vista.
Respetar su punto de vista. Como padres hemos adquirido conocimiento y experiencia de vida y, en muchos momentos, deseamos transmitírselos a nuestros hijos, pero no por ello podemos invalidar sus ideas, sus experiencias o puntos de vista frente a un tema. Decirles que están equivocados y que existe una mejor forma de hacerlo la mayor parte del tiempo, los desanimará a intentarlo y solo logrará distanciarnos.
Hablar de forma directa y clara. No demos espacio para la adivinación o la interpretación que cada quien pueda o quiera hacer de nuestras palabras, porque esto se presta para gestar malentendidos. Usemos ejemplos para aclarar y el feedback para asegurarnos de que comprendieron lo que queríamos decir. Preguntas como "¿me expliqué?", "¿quedó claro?", "¿tienes alguna duda?" o "¿qué piensas?", pueden mejorar y fortalecer la comunicación.
Evitar los sermones. Todos rechazamos una charla larga dirigida a resaltar nuestros errores y equivocaciones. Es preferible expresar de forma directa y clara lo que pensamos, sentimos, esperamos, necesitamos o estamos dispuestos a hacer o a dar. Siempre con la intención de solucionar, compartir, acompañar, aclarar, aportar, apoyar, enseñar y hacernos sentir queridos y especiales.
Maytte Sepúlveda
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