Hay momentos en los que nos sentimos enfrentados a circunstancias difíciles en nuestra vida; situaciones en las que pensamos que los obstáculos son tan grandes que no podremos superarlos. Nos desanimamos, nos atemorizamos, llenándonos de ira o de tristeza, hasta el punto de resignarnos y dejar de luchar.
Algunas personas se quedan hundidas en la angustia y la depresión, sintiéndose víctimas de lo sucedido y buscando culpables, como si de esta manera pudieran arreglarlo. Otros, esperan que alguien se haga cargo de ellos o de la situación, que los rescate, delegando así la responsabilidad de resolverlo por cuenta propia.
Cuando nos dejamos llevar por el caos que nos generan las situaciones difíciles, experimentamos emociones negativas que nos hacen perder la claridad que necesitamos para analizarlo todo de forma objetiva, y poder buscar así una solución.
¿Qué podemos hacer realmente para salir adelante?
Lo más importante es recuperar el deseo de impulsarnos, de levantarnos de ese foso en el que nos encontramos temporalmente, para resurgir de nuevo, con voluntad, optimismo, valor y determinación. Siempre se puede volver a comenzar.
¡Cada día sale el sol! Recordándonos que todo pasa, que necesitamos aprender de las experiencias fallidas para ganar madurez, fortaleza y sabiduría; que sin importar lo difícil que nos parezca la situación que enfrentamos, podremos conectar con nuestras fortalezas esenciales para recuperar la calma y la claridad mental que necesitamos para analizar lo vivido desde una perspectiva más objetiva y realista, que nos permita encontrar las herramientas y los recursos necesarios para afrontarlo y superarlo de la mejor manera.
Las crisis pueden convertirse en aliadas que nos lleven a conocernos mejor, a econocer nuestros recursos internos, hacer un balance y replantearnos nuevas metas.
Mi invitación es a verlas como una oportunidad para reflexionar, aprender, crecer y retomar el control de nuestra vida.
Maytte Sepúlveda
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