El personal de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) asiste a migrantes etíopes y somalíes lanzados por la borda por los traficantes de personas. Crédito: OIM. |
“Los sobrevivientes le contaron a nuestros colegas que los contrabandistas los tiraron al mar cuando creyeron ver a las autoridades cerca de la costa”, relató Laurent de Boeck, jefe de la misión de la OIM en Yemen, en la segunda semana de este mes.
“También nos dijeron que los traficantes ya habían regresado a Somalia a seguir su negocio y recoger más migrantes para traer a Yemen por la misma ruta”, indicó.
“Es impactante e inhumano. El sufrimiento de los migrantes en esa ruta es enorme. Demasiados jóvenes le pagan a los contrabandistas, que les ofrecen la falsa esperanza de un futuro mejor”, se lamentó.
Los delincuentes habrían lanzado a unas 180 personas al mar el viernes 11. Cinco cuerpos fueron recuperados y hay unos 50 desaparecidos, informó la OIM.
Este último incidente ocurrió apenas 24 horas después de que otros traficantes lanzaran al mar a unos 120 somalíes y etíopes al acercarse a la costa de Shabwa, la gobernación yemení sobre el mar Arábigo, que dejó 50 personas muertas. Los personas buscaban llegar a países del Golfo a través del atribulado Yemen.
Tumbas en la tierra
El personal de la OIM también encontró 29 tumbas al ras de la tierra en una playa de Shabwa durante una patrulla de rutina. Los muertos fueron rápidamente enterrados por los sobrevivientes, que promediaban los 16 años.
“El secretario general de la ONU está devastado con esta continua tragedia”, declaró su portavoz Stéphane Dujarric.
“Por eso sigue subrayando que la comunidad internacional debe priorizar la prevención y la resolución de varias situaciones que generan movimientos masivos y expone a los que ya están en movimiento a un peligro significativo”, añadió.
Además, subrayó la necesidad de aumentar las vías legales para regular la migración y ofrecer alternativas creíbles a esos cruces peligrosos para las personas que necesitan protección internacional.
Menores de 18 años
Desde enero, la OIM estima que unas 55.000 personas se fueron del Cuerno de África hacia Yemen, la mayoría con el fin de encontrar mejores oportunidades en los países del Golfo, de los cuales más de 30.000 son menores de 18 y proceden de Somalia y Etiopía, y casi una de cada tres, es mujer.
“La travesía es especialmente peligrosa en esta época ventosa en el océano Índico. Los traficantes están activos en el mar Rojo y el golfo de Adén; ofrecen falsas promesas a migrantes vulnerables”, señaló.
La OIM y sus colaboradores operan en la región para respaldar a los personas y ofrecerles asistencia vital a los sufren abusos y quedan varados en el camino.
Personal de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) se ocupa de los restos de una persona fallecida en una playa de Yemen. Crédito: OIM. |
Lanzados al mar
Mientras, la OIM informó que 160 migrantes etíopes fueron lanzados al mar frente a las costas de Yemen en la mañana del 8 de este mes en un lamentable episodio que se repitió al día siguiente.
Personal de la agencia encontró seis cuerpos en la playa, dos hombres y cuatro mujeres, y otras 13 personas siguen desaparecidas.
La OIM suministró asistencia médica de emergencia a 57 migrantes, además de alimentos, agua y otra ayuda.
La agencia también informó que todos los años, miles de personas arriesgan sus vidas en rutas peligrosas para emigrar a los países del Golfo a través de Yemen, un país en guerra. “La travesía y la situación en ese país es extremadamente peligrosa. Los efectos psicológicos que esas experiencias tienen en los niños son enormes”, subrayó.
Por eso la OIM incorporó psicólogos en sus equipos de patrulla en las playas de Yemen.
“Las acciones mortales de los contrabandistas el 10 de este mes elevan el número de presuntos muertos en estos dos días a cerca de 70. La OIM sabe que 114 personas murieron o desaparecieron este año frente a las costas de Yemen, y 109 en 2016. Pero la cifra total podría ser mayor”, informó.
Trato brutal
Los relatos de los sobrevivientes son escalofriantes: “No podían moverse dentro del barco. No tenían un espacio privado o separado para ir al baño y tenían que orinarse encima”.
“En algunos casos, los traficantes les ataban las manos por si algo pasaba, no podrían correr ni nadar ni salvar sus vidas. Si uno se movía por accidente, lo golpeaban o hasta lo mataban”, señala otro relato.
Otros sobrevivientes de otras travesías le dijeron a la OIM que las redes de traficantes coordinan la llegada de los migrantes a Yemen para que tener un lugar donde los recojan.
“Algunas personas que pueden pagar más consiguen quien los lleve en automóvil a destinos desconocidos. Otras, que no tienen dinero, caminan largas distancias, sin saber a dónde van”.
“Condenamos los actos de los contrabandistas frente a las costas de Yemen”, subrayó la oficial responsable de emergencia de la OIM, Lina Koussa, al repasar los números anteriores en Adén.
“El total desprecio por la vida humana de estos contrabandistas y de todos los del mundo, no es menos que inmoral. ¿Qué vale la vida de un adolescente? En esa ruta hacia los países del Golfo, puede estar por debajo de los 100 dólares”, observó.
Algo anda mal en el mundo
“Hay algo esencialmente mal en el mundo si innumerables niños pueden ahogarse de forma deliberada y sin piedad en el océano, cuando ya no son una fuente de ingresos fácil, y no se hace nada para evitar que vuelva a pasar”, explicó.
Para empezar, no tendría que haber pasado, puntualizó.
“No tendríamos que esperar a que haya tragedias como esas para demostrarnos que la cooperación internacional debe mejorar para luchar contra los contrabandistas, no solo mediante políticas, sino a través de acciones reales a lo largo de esas rutas” migratorias.
“Mi pensamiento está con las familias de las víctimas y sus seres queridos en Etiopía y Somalia. Les prometo que la OIM no los olvidará y seguirá luchando para proteger los derechos y la dignidad de las futuras generaciones de migrantes”, concluyó William Lacy Swing.
Por Corresponsales de IPS
Traducido por Verónica Firme
Texto original publicado en IPS
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