La comunicación familiar

Uno de los elementos indispensables para mantener una familia unida y sana es la comunicación. Recordemos que la familia debería ser un espacio a salvo donde podamos mostrarnos tal cual somos sin el temor de sentirnos rechazados; un espacio donde podamos expresar nuestras inquietudes, temores, ideas y experiencias con la certeza de que podremos obtener la comprensión, la inspiración, el ánimo, el apoyo y la orientación que nos ayuden a aprender, tomar mejores decisiones y actuar siempre de la mejor manera.

Inicialmente somos seres desconocidos los unos para los otros, y es a través del amor y la comunicación como vamos conociéndonos, para convertirnos en personas cercanas y queridas a través del vínculo de familia.

La comunicación es una calle de doble vía; es decir, que no solo necesitamos expresar lo que pensamos, lo que sentimos o experimentamos, sino que también debemos aprender a escuchar con respeto y atención lo que nos dicen los demás.

Algunos de los enemigos de una buena comunicación familiar son, en primer lugar, los prejuicios que, la mayoría de las veces, nos llevan a juzgar con ligereza el comentario o el comportamiento de otros, ya que influenciados por lo que nos enseñaron tiempo atrás no le damos a la otra persona la posibilidad de tener una experiencia o un punto de vista propio, diferente al nuestro y al mismo tiempo positivo; en segundo lugar, suponer que sabemos mejor que los demás lo que realmente sienten o piensan o, peor aun, que sabemos la mayor parte del tiempo lo que realmente les conviene, necesitan o es mejor para ellos sin que les demos la oportunidad de expresarlo abiertamente; también el miedo, que se convierte en el estímulo de nuestras ideas negativas, que buscan siempre interpretar lo que nos dicen de forma pesimista y trágica, sin detenernos lo suficiente para analizar de forma objetiva sus comentarios y encontrar la mejor forma de apoyarlos a afrontar o a resolver la situación de forma positiva y efectiva; igualmente la agresividad, que lamentablemente corta el puente que nos comunica con los demás, antes de que siquiera hayamos logrado acercarnos a ellos. Y, por último, no tener tiempo para escucharlos con suficiente atención y respeto, para interesarnos en sus asuntos y acompañarlos y apoyarlos cuantas veces sea necesario.

¿Sabías que prestar atención es un medio directo para expresar el amor? No necesitamos dedicar mucho tiempo y esfuerzo para mantener una buena comunicación, pero sí, la atención, la paciencia, la tolerancia y el amor para ponernos en el lugar del otro de manera que podamos conocerlo, comprenderlo y acompañarlo mejor.

Maytte Sepulveda