La Península de Yucatán está formada por una extensa placa de roca caliza o de formaciones cársticas, compuestas principalmente de carbonato de calcio: Ca (CO2) Las corrientes subterráneas contienen, aunque en baja proporción, ácidos carbónicos que corroen los carbonatos de calcio de la roca, formando cenotes y cavernas que pueden llegarse a colapsar cuando sus bóvedas se derrumban. En estos casos se obstruye la circulación de agua y se detiene el proceso de corrosión.
A medida que el interés por la arqueología maya se incrementó en el siglo pasado, los cenotes empezaron a atraer la atención de lo eruditos con interés en las antiguas culturas. También se comenzaron a realizar expediciones para el estudio biológico de los cenotes como las de Carnegie Intitution de Washington, en 1932 y 1936, que identificaron 306 especies animales en cuevas y cenotes, de las cuales 78 desconocidas hasta entonces y definitivamente endémicas.
En la actualidad los cenotes siguen siendo lugares sagrados para los campesinos mayas y el agua que hay en ellos es considerada “virgen o pura”, por que no ha sido corrupta por la luz”.
Fuente: Espeleobuceo INAH
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