Siempre postulo que mantener un vínculo sentimental tiene que ser para mejor.
Es necesario que nos sintamos mucho más plenos que solos. Esa persona que está a nuestro lado tiene que mejorar nuestra calidad de vida; si no, estamos cometiendo un error al elegirla y es mejor dejar el lugar vacío para que, en el momento indicado, quien valga la pena lo ocupe.
En consonancia con esta idea fundamental, esta frase que uso tanto, “de aquí para arriba”, encierra dos conceptos importantísimos:
“de aquí”: da a entender que, sin una unión emocional estable, te sientes bastante bien y disfrutas de lo que se te presenta en todos los ámbitos que te desarrollas.
Significa que eres una persona que se respeta, que está bien parada ante la vida y que se autoabastece en muchos sentidos.
No estás rumiando tu “mala” suerte a causa de relaciones fallidas o de no tener planes amorosos para el futuro cercano.
Tampoco estás buscando desesperadamente cualquier compañía para tapar agujeros existenciales, para acallar angustias extremas ni para combatir un miedo acérrimo a la soledad.
Además, tienes en claro que no quieres encontrar a alguien que te “complete”, porque esto implicaría que eres un ser incompleto, cuando en realidad en lo personal tienes bastante de lo que necesitas para ser feliz, salvo que te falta alguien con quien compartir tu vida. Esto no desmerece ni nubla tu percepción de las buenas cosas y personas que te rodean.
“de aquí” también implica que, desde tu lugar de comodidad y de aceptación de quien eres y de las circunstancias particulares por las has atravesado y que conforman tu personalidad, solo aceptarás a quien sume a tu vida y no reste.
A esto me refiero con “para arriba”.
Es apostar a estar mejor que lo que estás ahora (“de aquí”) gracias a que te sientes apoyado, respetado, querido.
“para arriba” es que haya alguien que te quiere y te alienta para que avances, logres tus metas personales y tengas una vida plena y, desde este lugar, la compartas con él/ella.
Te escucha cuando tienes algún problema y está a tu lado para acompañarte y para ayudarte en la medida que puede, dando lo mejor de sí de una manera sana y constructiva.
Te valora, te trata bien y tiene en cuenta tus deseos y tu forma de pensar.
A todo esto agrégale lo que consideres importante y valioso para que sea una realidad cotidiana en la que te puedas deleitar – tu propio concepto de “para arriba”.
ES POSIBLE. La gente que aporta plenitud y felicidad a tu vida existe y, si partes de una sólida base interior y no te conformas con menos, la encontrarás.
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