El perdón nos libera de ataduras que nos amargan profundamente el alma y enferman evidentemente el cuerpo.
No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó.
Perdonar significa dejar por siempre de lado aquellos pensamientos negativos de un evento real o imaginario que te causaron profundo dolor o un gran enojo.
El perdón se basa en la complejamente simple aceptación de lo que pasó.
La falta de perdón te ata a esas personas desde lo más profundo del resentimiento. Te mantiene encadenado con quien menos quisieras estarlo.
La falta de perdón es el veneno más destructivo para tu espíritu ya que neutraliza los inmensos recursos emocionales que tienes.
El perdón es una declaración que puedes, debes y te conviene renovar a diario.
Muchas, muchas, muchas más veces de las que imaginas, la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas aquellas cosas que no fueron de la manera que pensabas.
Una declaración honesta, íntima y sincera de Perdón es la clave que necesitas para liberarte.
¿Con qué personas estás resentido?
¿A quién no puedes perdonar?
¿Tú eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos?
“Perdona para que puedas ser perdonado”, “Con la vara que mides, serás medido…”
Perdonar es un don de las Almas Grandes.
Anónimo
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