En lo personal, intento siempre hacer lo correcto.
Aunque vea alrededor mío a algunas personas que siguen otro camino y parecería que las cosas les resultan un poco más fáciles.
Solo puedo llegar a intentar tomar un atajo si está conforme a mis normas internas y si entiendo, claramente, que no estoy traspasando ningún límite indebido.
Es que soy plenamente consciente de lo que está bien y de lo que está mal, y eso hace que el mero hecho de pensar en realizar alguna acción que no corresponde me genere la inquietud o el nerviosismo suficientes para que ni intente llevarla a cabo.
Yo no paso el máximo de velocidad en mi auto ni aunque me aseguren que no hay nadie mirando.
Si noto que todos se meten con alguien o lo tratan mal o despectivamente porque tiene dificultades para defenderse o para sacar algún provecho extra, de ninguna manera hago lo mismo. Simplemente, porque considero que hay que tratar al resto de la gente como me gusta que me consideren a mí misma. Ese “extra”, si lo necesito, seguramente lo conseguiré de otro modo más amigable.
Me responsabilizo de mis actos y no intento endosarles la culpa a otros, ya que no les corresponde.
Entiendo que hay gente que busca la salida más fácil y a quienes no les importa ni ocupa el bienestar de los demás. Incluso cuando saben que omitir una acción reportaría más beneficios a los demás que realizarla, prefieren anteponer su propio interés en desmedro de lo que eso les genere a otros (incluso, a conocidos o a allegados).
Pero creo que es mucho más valedero y acorde a mi modo de pensar hacer lo correcto en todas las circunstancias, ya que, seguramente, esa opción también estará dentro de mi alcance.
Y me hará sentir una persona íntegra.
Es que, en definitiva, quien duerme cada noche con mi conciencia soy yo.
Fuente:
Publicar un comentario