Lamentablemente, con una actitud como ésta, el fracaso se vuelve una especie de círculo vicioso, casi imposible de romper.
Si en lugar de dejarse arrastrar por la rutina y los hábitos negativos, decidieran cambiar de actitud y de manera de pensar, estoy segura de que lograrían elevarse por encima del fracaso, para convertirse en personas exitosas y satisfechas con su vida.
Si estamos en este mundo, es porque tenemos mucho para dar, por aprender y mejorar. Comencemos por valorar lo que tenemos, tal vez nuestro trabajo no sea el mejor, pero es una oportunidad de servir, aprender y obtener los recursos que necesitamos para construir la vida que deseamos. Entonces, hacerlo con responsabilidad, buen ánimo y excelencia, hará una enorme diferencia. Mirémonos en el espejo para descubrir la cara que le estamos dando al mundo. Vamos a sonreír la mayor parte del tiempo, incluso aunque nos parezca que hay momentos en que no tenemos una buena razón para hacerlo; cambiemos el discurso que le damos a los demás, usemos palabras amables, frases positivas y comentarios optimistas. Repitamos frases afirmativas en la mente, especialmente después de tener una idea negativa, para comenzar a reprogramar nuestra manera de pensar. Recordemos que los resultados y las recompensas son individuales y dependen del trabajo que hagamos, la pasión que sintamos y lo perseverantes que seamos en el empeño de conseguir nuestros objetivos. Permitamos que nuestro corazón, que es amable y solidario, nos impulse a compartir lo mejor de lo que somos y tenemos con los amigos, la familia y las personas a nuestro alrededor.
Es hora de cambiar para convertirnos en personas positivas, ganadoras y plenas. Salgamos a la vida en busca de oportunidades y preparados para aprovecharlas. Volemos por encima del pantano para unirnos con el grupo de las personas que siempre dan un paso más allá, con las que saludan aun cuando no les contesten, con las que se quedan media hora más en su oficina terminando un trabajo que tienen que entregar al otro día o ayudando a un compañero, aunque no sepan si les pagarán horas extra; con el que nos sostiene la puerta para que pasemos y además nos sonríe; con aquel que nos cede el paso en el tráfico cuando nadie más quiere hacerlo; con esa pareja que nos escucha, nos comprende y que nos mima a pesar de nuestros excesos… En fin, seamos parte del grupo de todas aquellas personas que hacen lo necesario, con compromiso, excelencia, convicción y sin esperar nada a cambio, para contribuir con la mejora de su mundo.
Maytte Sepulveda
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