No soy responsable de mis sentimientos sino de lo que hago con ellos. No hay sentimientos destructivos, sólo hay actos destructivos. Mis acciones pueden volverse destructivas cuando condeno o rechazo mi sentir.
Si no quiero sentir de un cierto modo ignoro el hecho de que realmente me siento así y que ese sentir es parte de mí. Sentir de un cierto modo es un sentimiento, el no querer sentir así es otro, y este último no es capaz de detener al primero. Puedo modificar mi respuesta a un sentimiento, pero no puedo desembarazarme de él tal como no puedo deshacerme de mí mismo.
Cuando niego un sentimiento no lo destruyo y pierdo mi capacidad de expresarlo como yo quiero. Al condenarlo dejo de considerarlo parte de mí y entonces parece adquirir vida propia, forzándome a responder a él de un modo rígido; pero si reconozco que ‘yo’ vivo el sentimiento, mantengo mi capacidad de actuar del modo en que elijo,y no de la manera que temo.
Hugh Prather
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