-Por favor Mónica, no te enojes, ya estamos a mitad de camino y pronto terminaremos.
Llegaron al pasillo donde se encontraban los dulces y caramelos, y la niña comenzó a gritar en voz alta mientras los pedía.
-Tranquila mi amor, tranquila, no llores, solo dos pasillos más y saldremos de este lugar.
Cuando llegaron a la caja donde debían pagar los comestibles, inmediatamente la niña comenzó a pedir chicles a voces. Y al ver que no se los iban a comprar, le dio una rabieta. Pacientemente la madre dijo:
-Mónica, en solo cinco minutos terminaremos de pagar los comestibles y entonces podrás ir a casa y dormir una rica siesta.
El hombre las siguió hasta el estacionamiento de autos y detuvo a la señora para felicitarla.
-No pude dejar de observar lo paciente que usted ha sido con la pequeña Mónica -dijo él.
Al instante la mujer dijo:
-Yo soy Mónica. El nombre de mi niña es Tammy.
A veces, la única manera de subsistir a través del día es hablando con uno mismo.
Intentar que un chico entre en razón es algo bueno, siempre y cuando puedas hacerlo sin que tú mismo pierdas la razón.
Desconozco su autor.
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