Resistirse a algo que parece inevitable drena tu energía a niveles insospechados e influye en todas las demás áreas de tu vida.
No nos gusta que nos saquen de nuestra zona de confort y que nos muevan el tablero, pero si algo va a suceder, lo más inteligente es afrontarlo (con toda la ayuda que necesites o que puedas conseguir) y esperar que las nuevas realidades se asienten, para ver con qué fichas nos hemos quedado y cuál es el mejor paso a dar.
ACEPTAR
Si entiendes y aceptas tus límites y tomas una actitud relajada, estarás permitiendo, en primer lugar, que afloren otras ideas y otras perspectivas (por lo que podrás resolver lo que se te ha presentado de manera más eficiente).
Además, tendrás la posibilidad de ponerle un freno al derroche de energía y de recargar tu “batería” interna, con lo que tendrás una mejor base de sustentación no solo para lo acuciante, sino también para todo aquello en lo que te desempeñas.
RELAJARSE
No estoy sugiriendo que bajes los brazos sin pelear ni que te rindas ante la primera dificultad – ¡jamás haría eso yo misma!- sino que no te cierres ni te encapriches con un solo objetivo y que, además, intentes cambiar tu percepción. No te va la vida en obtener un resultado adverso a tus anhelos, aunque así te parezca: eres un ser con múltiples capacidades y talentos y puedes desarrollarlos en un sinfín de escenarios diferentes.
Una cosa es nadar contra la corriente y otra, muy distinta, zambullirte en el agua y disfrutar de los procesos que se van dando, y así poder estar lo suficientemente presente como para saber si realmente quieres lo que estabas buscando, si es para ti o si, mejor, te dedicas a otra cosa.
Llega un momento en que conviene entregarse y dejarse fluir, sin seguir malgastando fuerzas estérilmente contra lo que sí o sí va a suceder.
No hay nada malo en ti si no alcanzas eso que buscabas o no estás con la persona que te atraía: simplemente, no era para ti.
FLUIR
Muchas veces, dejamos de intentar forzar las cosas para salirnos con la nuestra, y el resultado que perseguíamos aparece como por arte de magia o se presenta un hecho (o una persona) mucho más favorable que lo que imaginábamos.
Es que lo que tiene que ser, será. Haz lo mejor que puedas y luego, suelta, observa, deja que las cosas se acomoden solas.
Con un simple cambio de punto de vista, lo que te parecía una limitación o un inconveniente puede transformarse en otras posibilidades e incluso, en oportunidades.
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