El otro día que no debe preocuparnos es el mañana con sus posibles adversidades, dificultades y vicisitudes con sus halagadoras promesas ó lúgubres decepciones.
Mañana está fuera de nuestro alcance inmediato. Mañana saldrá el sol, ya para resplandecer en un cielo nítido o para esconderse tras unas densas nubes, pero saldrá.
Hasta que no salga no podemos disponer de mañana, porque todavía mañana está por nacer. Sólo nos resta un día, hoy. Cualquier persona puede confrontar las refriegas de un solo día y mantenerse en paz. Cuando agregamos las cargas de esas dos eternidades, ayer y mañana, es cuando caemos en la brega y nos inquietamos.
No son las cosas de hoy que nos vuelven locos. Lo que nos enloquece y nos lanza al abismo es el remordimiento o la amargura por algo que aconteció ayer y el miedo por lo que sucederá mañana. De suerte que nos conformaremos con vivir un solo día a la vez para mantenernos saludables y felices.
Robert Burdette
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