Te dije, que ni tuya ni de nadie… Pero, tú…
Tú me diste las promesas de tus bolsillos rotos,
La nada que llevaba tu todo, las penumbras de tu paraíso…
Me mostraste las espinas de tus rosas, el olor putrefacto de tus olvidos…
Me enredaste en tus piernas, me fundiste en tu piel…
Y fuimos uno, compartiendo el soy que nos era…
Y no nos dejamos de llamar nosotros mismos, nos préstamos a la ausencia de otros,
Violando la soledad que nos aprisionaba…
Hoy, me llamo tuya… con mis alas abiertas…
Y lucho hombro a hombro contigo…
Soñando realidades, construyendo nuestro castillo de cartón…
Revolcándonos en nuestro lodo… Y sí, me llamo tuya, porqué puedo ser mía.
Y al final, saber que somos tan imperfectos, tan incompletos…
Tan nosotros… tan reales…
Beatriz Fonnegra.
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