Inesperadamente, en una reunión a la que asistí el día anterior, a medianoche pusieron un pastel con una velita delante de mí y, mientras cantaban el consabido feliz cumpleaños, varios de los asistentes me sugerían: ¡Pide tres deseos!
Este festejo me tomó tan de sorpresa que no se me ocurría qué pretender.
Las últimas estrofas de la canción apuraban mi mente, y la verdad es que no quería “malgastar” mis deseos, ya que creo que son una buena manera de encauzar la energía para que aquello que anhelamos se vuelva realidad. Es que si no sabemos hacia dónde nos estamos dirigiendo, ¿cómo vamos a dar los pasos correctos que nos lleven en esa dirección? Más aún, ¿cómo sabremos que hemos llegado?
Por suerte, en el momento de inhalar aire, unos segundos antes de apagar la velita, sentí dentro de mí lo que realmente busco para mí vida: felicidad.
Sé que así dicha es una palabra bastante general, ya que no apunta a nada en particular. Por eso le añadí: felicidad en cada momento de vida.
Solo nosotros sabemos qué nos puede hacer feliz, y eso varía en diferentes momentos, según lo que nos suceda y las circunstancias.
Nuestras prioridades cambian al ritmo de lo que nos acaece y se nos presenta.
Me di cuenta de que estar centrada en ser feliz me puede dar la pauta de qué hacer o hacia dónde ir en cada oportunidad, y además me da el espacio necesario para modificar, agregar, mover, eliminar, desplegar, internalizar, ampliar.. o sea, una sensación de libertad total.
Entonces, este año no estaré atada a tres deseos fijos, sino que pido ser dichosa en la mayor medida posible y estoy dispuesta a dejar que la vida me sorprenda por un lado, y por el otro, a ir trazando metas a medida que los meses vayan pasando.
Quisiera aprovechar la ocasión para incluirte en mis buenos augurios, así que también espero que logres alcanzar la mayor felicidad posible. Ten en cuenta que, ciertamente, también depende de ti.
Fuente:
Publicar un comentario