Ya sean de amistad o de pareja, cuando conoces a alguien y sientes que tienes una afinidad con ese ser, comienza a desarrollarse una corriente de energía.
Si la otra persona te corresponde, esta energía comienza a fluir entre ustedes dos de manera automática, ininterrumpida, totalmente natural.
Ten en cuenta que para que esto suceda, las dos personas deben estar en la misma sintonía. Presta atención a los detalles y a si la otra persona es congruente entre lo que dice y lo que hace, para saber si esta afinidad realmente existe o si tan solo es producto de lo que tú desearías que fuera.
Si sientes:
- Que estás dando más de lo que recibes
- Que el otro no te da el lugar ni te brinda el tiempo que querrías
- Que son más los momentos desdichados que los felices
- Que sostener el vínculo implica un esfuerzo desmedido que suele desbordarte
- Que el otro no te ofrece la clase de vínculo que estás buscando
Tal vez esto sucede porque al tratar de obligar al otro a realizar o a aceptar algo que no busca ni quiere, solo intentas satisfacer tus propias necesidades (o incluso caprichos). De nada sirve semejante derroche de tiempo y de fuerzas, ya que en el momento en que dejes de intentarlo, las cosas tomarán el rumbo al que están destinadas. Tal vez sea diferente a lo que imaginas, tal vez no, pero bien vale la pena intentarlo, vivir en paz y dejar que todo se acomode plenamente, para que te reencuentres con tu eje y puedas seguir tu camino con pasos firmes hacia la felicidad que mereces.
Las relaciones basadas en el deseo mutuo, en la afinidad y en el respeto siempre fluyen.
¿Crees que has forzado alguna vez una relación de pareja o de amistad?
Fuente:
Mejora Emocional
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