Jose Luis Duarte Jose Luis Duarte Author
Title: Historia de la lámpara o candil
Author: Jose Luis Duarte
Rating 5 of 5 Des:
Si ahora estás en casa y miras alrededor, seguro que puedes ver alguna lámpara. Un objeto que en la actualidad es muy cotidiano y habitual e...
Si ahora estás en casa y miras alrededor, seguro que puedes ver alguna lámpara. Un objeto que en la actualidad es muy cotidiano y habitual encontrarlo en todos los hogares. Basta pulsar un botón y se hace la luz. Pero debes saber que siempre no ha sido así de sencillo y que hace muchos años, disponer de una fuente lumínica no estaba al alcance de todos.

Al igual que ocurre con muchos inventos que han cambiado la calidad de vida del ser humano, lamentablemente no se conoce quién es el inventor de la lámpara. No existe el nombre de una persona o pueblo concreto.

Más bien ha sido resultado del ingenio del hombre primitivo y que, con el paso de los años y siglos, ha ido evolucionando. Siendo, de este modo, cada vez más efectivo, sencillo y accesible para todos.

Origen de la lámpara o candil


Las largas noches invernales del Paleolítico se paliaban recurriendo a hogueras y antorchas: primer sistema de iluminación de que dispuso el hombre. Las primeras lámparas se construyeron hace cincuenta mil años utilizando piedras ahuecadas en cuyo cuenco se colocaba una porción de sebo o grasa que se prendía para dar luz.

Ejemplares de este rudimentario utensilio han sido encontrados en el norte de España, Francia, Egipto y Mesopotamia; también entre pueblos tan alejados entre sí como esquimales y persas, siendo mayor su presencia en lugares donde otras materias primas distintas a la grasa o al sebo escaseaban.

Aquellas lámparas carecían de mecha, parte básica del utensilio que describimos, pero que no parece que se conociera antes del año 1200 a.C. Hacia el año 1000 existían lámparas con mecha, artilugios que daban una luz más clara y hacían menos humo que las rudimentarias fuentes de luz de finales del Neolítico, lámparas que hacia el año 500 a.C. fueron las más utilizadas.

Evolución de la lámpara

Paso importante fue la lámpara de aceite; las hubo de distintas formas, algunas tan caprichosas como la lámpara o candil hallada en la italiana Puteoli que tiene forma de barca alargada a cuyos lados, a modo de pocillos, alineaba diversos agujeros por donde asomaban las mechas.

En estas fuentes de luz el aceite se depositaba en el centro o parte cubierta, empleaba mechas de cañamazo u otra fibra vegetal que introducida en el aceite o grasa contenida en una vasija a modo de salsera con asa, y daba una luz tranquila.

Los candiles del mundo grecolatino así como las lucernas se hacían generalmente de arcilla y solían ser muy elaborados. Los había de hierro y de bronce y adoptaban formas caprichosas y variadas, de modo que existía un arte alrededor de este necesario utensilio, fuente de luz razonable, ya que solían tener al menos un par de mechas. La lucerna y el candil fueron un best seller industrial de la iluminación de interiores durante muchos siglos: Leonardo da Vinci todavía escribía a su luz.

Fue este genio italiano quien añadió a la lámpara un tubo de vidrio lleno de agua en cuyo interior introdujo una especie de chimenea de forma cilíndrica también de vidrio para resguardar la llama de las corrientes de aire, por lo que ardía de modo uniforme, aunque no era esto lo más importante de la lámpara de Leonardo, sino que ello estribaba en que el agua hacía de lente de aumento de la luz y multiplicaba así su capacidad lumínica.

En la España áurea su precio estaba regulado, ya que era artículo considerado de primera necesidad y como tal vigilado por el gobierno. En una pragmática de tasas de 1627 se dice: “Candiles grandes de azófar con varillas de hierro, con su óvalo o media naranja, ocho ducados”. Eran caros, no obstante.

Historia reciente de la lámpara

El candil prosiguió su andadura. En 1784 el físico suizo Aimé Argand lo dotó de una chimenea y torcidas huecas con el fin de que a través de ellas ascendiera una corriente de aire, con lo que se aportaba oxígeno a la llama. Consecuencia de la idea de Argand fue la reducción de humos y olores y parpadeo de la fuente de luz. Era una lámpara de aceite, aunque no lo parecía.

Pero el golpe de gracia se lo dio al candil el hallazgo del petróleo a mediados del siglo XIX. El aceite se había utilizado al principio para todo, incluso para la iluminación de las calles en los recintos urbanos de las grandes ciudades: en Londres ya se empleaba en 1681; pero resultaba un combustible caro.

A mediados del siglo XIX el uso de candiles estaba generalizado en el campo; se trataba de lamparillas a modo de vasos de hierro u hojalata abarquillados, picudos por delante y con mango por detrás que solían colgar de un garabato. Dentro de la vasija se colocaban las candilejas donde se echaba el aceite y se introducía la torcida de algodón o de lienzo cuya punta salía por el pico delantero: el del punto de luz.

Hacia 1885 se inventó la lámpara de petróleo de Kitson que no solo cambió de combustible, sino que sustituyó la mecha por una mallaincandescente alimentada con aceite vaporizado a presión. Luego vino la lámpara de gas, y después la luz eléctrica, y se hizo la luz sobre la tierra.

Origen de la palabra candil

Es voz árabe, de qandil= lámpara, término que los árabes tomaron del griego medieval kandele,que en última instancia es la palabra latina candela= vela. Los latinos sin embargo preferían denominarlo lucerna, luz que se cebaba con aceite absorbido por una mecha o torcida.

Fuente:

Advertisement

Publicar un comentario

 
Top