Los segundos moribundos, en la boca...
desarmada la vida
fisurados los huesos...
Las defensas escondidas tan dentro de la tierra
tan sangradas y olvidadas...
no queda nada.
Soy la que lo perdió todo
y adentro, muy adentro
aún están los gritos
mientras que en las párades
llora el silencio...
Niebla en los ojos
telarañas en el alma.
Mis pies se congelan, retrocen, se aprisionan...
El recuerdo de sus zapatos, me come la boca...
Loca, muy loca.
Espejos vacíos, ya murió el reflejo.
Y se suavizan los colores de los besos
en el atardecer de luna
que nos separa...
Nunca existió un mañana...
La lluvia golpea el cuerpo lastimado
y la noche inmensa, llora a sus pies...
cuando no queda nada.
Cuando el otoño llora
y el invierno avanza...
Besos, vapor y olvido.
El tacto se pierde
y se adormece el sol
en mi arena...
Cuándo sangra la última pena...
Fran Nicolle León Riveros
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