El segundo –llamado La Casa Azul–, donde vivió Frida Kahlo, alberga obra y objetos de su universo. Sobre todo, conserva mucho del ambiente en el que ella vivió.
En 1955, Rivera formó un fideicomiso con el Banco de México para administrar y vigilar el cumplimiento de las disposiciones relativas a los dos museos.
A la muerte del artista, el Anahuacalli se encontraba en construcción. Su hija, Ruth Rivera, y el arquitecto Juan O'Gorman supervisaron la conclusión arquitectónica del museo y, gracias a la generosidad de Dolores Olmedo, éste se concluyó en 1963 y se inauguró en 1964.
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