El niño negro, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún momento. Finalmente, le preguntó: “Señor, si soltara usted el globo negro, ¿subiría tan alto como los demás?”. El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía su globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: “No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay dentro”.
Desconozco a su autor
Publicar un comentario