vagando errantes entre lunas marchitas,
con el alma congelada
O dos brasas que encienden una llama
que ilumine la noche
dando calor a cuerpos
que el mundo había dejado inertes
Dos gotas perdidas en la inmensidad del océano
sumergidas en la oscura profundidad
con el ancla encallada al fondo
O dos velas de aquel barco
que lleva rumbo al puerto
de la felicidad sin volver la vista atrás
Dos cuerpos sin destino
derrotados por el maremagnun de los días
cuarteados entre tinieblas
O dos agujas de aquel reloj
que caminan al unísono
viviendo los segundos con pasión
Dos hojas de aquel otoño caduco
arrastradas por el viento
sin destino ni sentido
O dos ramas de aquel árbol
que se aferra a tierra
con sus esplendorosas raíces
emanando nuevos frutos
Dime,
... tú lo sabes ?
... quienes somos ?
María Glez. Méndez.
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