Ciertamente, en este camino, los comentarios, las sugerencias y las observaciones objetivas, desinteresadas y dirigidas a vernos florecer y a sentirnos felices por parte de un familiar, un amigo, un maestro por su ejemplo de vida o un buen terapeuta, pueden convertirse en el instrumento que en un momento dado nos despierte.
Pero para que todo esto ocurra y podamos percibirlo necesitamos aprender a estar atentos y abiertos para reconocerlo, a vivir con la intención y el deseo de mejorar, de cambiar o de transformar algunas de nuestras creencias, actitudes, hábitos y comportamientos que pudieran ser la causa de nuestro malestar.
Cuando comprendemos que somos responsables, en gran medida, de lo que nos pasa y que podemos cambiarlo, estamos listos para recorrer el sendero de la vida conscientes, atentos y despiertos.
Tienes la oportunidad, cada día, de tomarte el tiempo para hacer un pequeño inventario de vida y de hacerte preguntas que te ayuden a completarlo, como: ¿Quiero seguir viviendo de la misma manera como lo estoy haciendo? ¿Quiero incorporar nuevos hábitos y experiencias positivas a mi vida? ¿Quiero que mis relaciones sean más saludables y satisfactorias? ¿Quiero sentirme más próspero y abundante? ¿Quiero sentirme saludable, energético, optimista y entusiasta? ¿Quiero hacer algo bueno por otros? ¿Quiero generar un aporte consciente al mundo? Luego piensa en qué te impide hacerlo y proponte resolverlo. Busca tu felicidad y plantéate, en este principio de año, una serie de propósitos posibles, concretos y positivos por el efecto que generen en tu vida y en la de tus personas queridas.
Maytte Sepulveda
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