tú estabas dormido
y yo te abracé en el lecho
tejiendo en tu pecho
mi cálido nido.
Me quedé así por horas
sintiéndote mío,
sabiéndome tuya,
agradeciendo a la vida
tu amor y tu abrigo.
Y cuando rompió la aurora
con brillantes en el cielo
te desperté con mil besos,
con mil tibios suspiros
y un amante te quiero.
María Elena Astorquiza V.
Publicar un comentario