Cuando nos resulta difícil desconectarnos del trabajo y las ocupaciones, el costo mayor casi siempre consiste en la perdida de nuestro bienestar, de la calma y de la buena actitud que necesitamos para experimentar bienestar y mantener buenas relaciones con las demás personas, en especial con aquellas que valoramos.
Y es que ser una persona trabajadora y responsable es una virtud, siempre y cuando el trabajo y las ocupaciones no se conviertan en el eje central de nuestra vida, llevándonos a ignorar todo lo demás por completo.
La búsqueda del reconocimiento profesional y material puede llevarnos a experimentar niveles de auto exigencia, de perfeccionismo, de estrés, ansiedad, competencia negativa, frustración y hasta depresión verdaderamente nocivos para nuestra salud integral.
El trabajo debería ser una parte importante de nuestra vida que complemente nuestro bienestar y felicidad.
Claves para balancear tu vida
Hacer pausas durante el día: Hacer un alto de vez en cuando a lo largo del día en el medio de nuestra rutina, sirve para darnos cuenta de cómo estamos viviendo, para hacer una pausa de relajación, rescatar la sonrisa, la buena actitud y para recuperar el sentido de lo que es una prioridad ese día, para nosotros.
Aprender a desconectar y a disfrutar: Cuando fuimos pequeños, aprendimos que no había tiempo para descansar, para el ocio y mucho menos para el placer, que lo importante era dedicarnos a cumplir con el deber, las responsabilidades y las obligaciones que teníamos. Y es cierto parcialmente, porque los momentos de descanso, de diversión y relajación son necesarios para producir un balance en nuestra actividad diaria.
Tener presente que no somos imprescindibles: Vence el hábito de querer hacerlo todo tu, de trabajar hasta agotarte, como si quisieras demostrarle a los demás tu capacidad y tu valor personal. Trabaja con conciencia de tu energía, recordando incorporar pausas para recuperarte y relajarte antes de continuar.
Establecer límites: Define el momento del día en el que dejaras de trabajar y procura respetar tus decisiones al respecto. A menos que necesites hacerle seguimiento a algo o resolver alguna emergencia, ahorra momentos de calidad para compartir con tus personas queridas o para realizar una actividad diferente, creativa, divertida o relajante.
Bajar la velocidad: Si vivimos acelerados perderemos la capacidad de apreciar los elementos valiosos de nuestra vida, y nos desconectaremos de la intuición y la inspiración, quedando a merced de las circunstancias externas. Solo cuando estamos tranquilos, serenos y en presente, podemos recibir la inspiración y la claridad que tanto necesitamos, para responder a cualquier situación de una mejor manera.
Maytte Sepúlveda
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