No son de ida y vuelta, a nuestro antojo, o según nuestras necesidades
Se forjan, poco a poco, con los actos de cada segundo de nuestra vida
Se consolidan, poco a poco, con el reflejo sincero de nuestra alma en cada uno de nuestros pasos
Se viven en todas las esquinas y rincones de nuestros días, con el corazón abierto a la vida
Se sienten en todos los órganos de nuestro cuerpo, como el aire que sopla sobre tu cabello, como el agua que cae sobre tus mejillas, como el sol que acaricia tu corazón, como la luna que refleja tu sombra.
Recuerda ...
Maria Glez Méndez
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