para decirte al oído
que tú eres mi todo,
mi noche y mi aurora,
el pan en mi mesa,
mi sed y mi agua,
mi techo, mi abrigo,
mi suave tibieza.
Eres mi voz y mi canto,
mi boca y mis besos,
mi risa y mi llanto,
el reloj de mis horas,
el latir de mi pecho
y en mis suspiros heridos,
a veces quebranto
pero nunca el olvido.
María Elena Astorquiza V.
Publicar un comentario