Me sorprendió la sencillez con que desnudaste mi sonrisa, las alas que le diste a mi alma para amarte en libertad, olvidándome de todo lo que estaba a mi alrededor, sin pensar que pasaría después, solo concentrándome en ese presente iluminado que llegaba a mi como un regalo divino, como si un ángel lo hubiera envuelto con sus alas y le hubiese puesto mi nombre, jurándome que sería para siempre, aunque tuviera que luchar por ello.
Me sorprendió la luz que de pronto irrumpió mi camino oscuro, la sensación que se tatuó en mi piel cuando tu mano me rozó, la paz que encontré cuando tus brazos me rodearon en ese abrazo que aún me llena de tranquilidad, la cantidad de esperanzas, ilusiones y metas que se me formaron en un segundo por querer estar a tu lado, sin importarme nada, absolutamente nada más, que no fuera tu nombre pegado con el mío.
Me sorprendió la forma en que fuiste llenaste mis huecos sin siquiera proponértelo, como rompiste mi egoísmo, como fragmentaste mi autosuficiencia para hacerme depender de tu felicidad para atarla a la mía, como te metiste tanto en mi al grado de no poder estar bien si tu no lo estás, de no poder sonreír si tu lloras, de querer cuidarte siempre, de protegerte de todo y todos, de estar siempre ahí para ti, cuando lo necesites.
Me sorprendió el amor, y ese sentimiento noble, el más grande, el siempre buscado, tiene tu nombre, tu rostro, tu tono de voz, y no puedo sino agradecer a Dios por haber sido yo la escogida para amarte y recibir de ti lo mismo, aún cuando por ahora la distancia nos separe, sé que pronto se terminará, no me preguntes porqué, pero lo sé, porque así, como me sorprendió el amor contigo, un día te sorprenderé, regalándote un para siempre…
BR
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