Una palabra amiga cuando tu vida esta triste.
Una sonrisa amable cuando tu sol quiere dejar de brillar.
Un beso de tu hijo cuando tu alma ya no puede respirar.
Una caricia inesperada a la vuelta de la esquina de aquel amigo que creías perdido.
Un abrazo en la distancia de aquel que nunca llegaste a conocer.
Una mirada furtiva entre la maraña de aquel amanecer.
Un mensaje de aliento depositado en la memoria de tu ordenador.
Un susurro que ensordece el mundo agreste que te rodea.
Pequeños detalles que pueden convertir un día nublado en el mejor de los sueños.
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Maria Glez Méndez
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