mi niño de invierno,
marinero errante,
buscador de tesoros,
navegante eterno.
Te ofrezco en mi muelle
de suaves maderos,
cobijo y abrigo
cuando llegues a puerto
en tu blanco velero.
Verás que te espero
envuelta en la niebla
con un beso en los labios
y en mi frente una estrella
que te muestre el sendero.
María Elena Astorquiza V.
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