Di la espalda al momento gris,
pasaron las gaviotas y no oí su canto,
estaba entretenida en el disimular tu ausencia.
Era tarde, el desconcierto quebró mis sentidos.
¿Cuántas campanadas sonaron
en la noche moribunda
vestida de seda inútil?
No lo sé, el recuerdo se cansó de esperar.
Ahora mi corazón solo sabe correr en búsqueda
del estuche blanco
donde las letras amarillas
disponen los números de la vida..
Mariela Lugo
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