Te quedaste contemplando mis penumbras, acariciando mis espinas,
Sanando las heridas de tantos dejos.
Después del velo del encanto, ahí estaba yo...
Con mis manos llenas de nada, con las promesas en mis bolsillos rotos...
Y desnudamos la desnudez, quedando tan vestidos de nosotros…
Y acercamos la distancia para sernos,
Amando lo no amado, resucitándonos de las cenizas
De otros olvidos…
Y fue entonces, cuando concebimos la libertad
De sernos como somos, sin máscaras que nos escondan,
Sin infiernos disfrazados de cielos…
Fue entonces, cuando ambos nos quebramos
Y comenzamos a nacernos…
Beatriz Fonnegra.
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