Jose Luis Duarte Jose Luis Duarte Author
Title: La Comunicación Padres e Hijos
Author: Jose Luis Duarte
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Es una paradoja de la vida que esa relación tan fuerte y que nunca podremos deshacer es la más vulnerable y la que, muchas veces, no sabemos...
Es una paradoja de la vida que esa relación tan fuerte y que nunca podremos deshacer es la más vulnerable y la que, muchas veces, no sabemos cómo llevar: la relación papás e hijos. La mayor parte de consultas por parte de los padres van alrededor de este tema: ¿Cómo hago para llevarme bien con mi hijo? ¿Cómo logro que mi hija me cuente sus cosas? ¿Por qué mis hijos no son cariñosos conmigo? Uno de los pilares más fuertes y necesarios para construir una buena relación con nuestros hijos es la comunicación.

Este tema inicia antes que seamos papás: desde que somos nada más dos: mi pareja y yo. Y no quiero decir que si ya somos más de dos ya no podremos hacer nada al respecto, no. Me refiero a que debemos corregir algunos errores de comunicación con nuestra pareja primero para, juntos, establecer un mejor sistema de comunicación familiar. Recordemos que para ellos, somos su primera y más fuerte referencia de cómo se enfrenta y se resuelven los dilemas de la vida. Si papá y mamá gritan entre ellos, entiendo como hijo, que es la manera de hacer valer mi punto de vista: gritando. Y me doy cuenta que el que grita más fuerte y lastima al otro es el que gana, o sea: el que "tiene la razón". Delicado, ¿verdad?

Pero no sólo los gritos suelen ser disfuncionales y terriblemente dañinos para una familia, veamos el otro extremo: ¿Qué pasa cuando alguien se disgusta por algo y lo que hace es callar?: "Mejor no digo nada para no hacer un problema". Como niño entiendo que: "Los problemas y mis sentimientos no le interesan a nadie, es mejor callarlos y guardármelos... no quiero SER un problema para nadie".

Hay muchos juegos psicológicos que solemos tener con nuestra pareja y que estamos, sin querer, transmitiendo a nuestros hijos. Revisemos si estamos siendo el mejor receptor para nuestra pareja cuando nos busca para comentar algo, agradable o no, nos involucre o no. ¿Somos receptivos, prestándole atención, haciéndole entender verbal y no verbalmente que sus inquietudes nos importan, que las respetamos, que nos interesa aportar algo positivo a la situación? O por el contrario, somos quienes responden con distraídos "mjmmm...", o con: "ya vas a salir otra vez con eso", o con burlas y ridiculizaciones.

Lo que los hijos perciben de nuestros sistemas de comunicación es una gran distancia entre papá y mamá; por lo tanto es "normal" que existan estos abismos de comunicación entre todos. Luego ellos replican esto fuera de casa: encontramos niños agresivos en el colegio, irrespetuosos con sus compañeros y maestros, con una baja tolerancia a la frustración y muy escasa capacidad de discusión y diálogo. Jóvenes irrespetuosos con sus jefes, compañeros o subordinados, creyendo que callando a todos se logran buenos resultados; en su vida amorosa entablan una relación con alguien a quien, probablemente, tratarán de la misma manera como sus papás se trataban, dando el mismo ejemplo de intolerancia, irrespeto, infravaloración y pésima comunicación a sus hijos. Y la historia se repite...

La manera de entender cuál es nuestro patrón erróneo de comunicación tal vez no comience analizándonos a nosotros mismos. Intentemos recordar y observemos a nuestros papás. Con amor y dejando a un lado posibles viejos rencores, revisemos cómo se comunicaban: frecuentemente o no, eran cariñosos, se valoraban, les importaban los sentimientos y respetaban los pensamientos del otro; ¿cómo resolvían los problemas?: gritaban, dialogaban, discutían respetuosamente o no, llegaban a un acuerdo, evadían las discusiones, lágrimas, reclamos, sarcasmo y críticas, o comunicación abierta y sincera.

Una vez detectemos esos patrones, veamos hacia adentro y tratemos de reconocer sinceramente qué cosas hemos replicado de nuestros papás. Muchas veces nos sorprenderemos encontrando similitud justamente en esas cosas que más nos herían o que tanto nos disgustaban de pequeños. Veamos la gran oportunidad que nos estamos dando, como pareja y como padres, de corregir las cosas y de crear un nuevo patrón funcional de comunicación familiar; nos sorprenderán los grandes cambios que pueden empezar a surgir.

Empecemos por reconocer y dialogar con nuestra pareja de estos patrones que hemos encontrado en nuestra historia, y pidámosle que mientras lo comentamos sólo nos escuche: es muy difícil reconocer cosas que nos han herido y que nos han hecho herir a quienes más queremos. Luego escuchemos lo que nuestra pareja tiene que decir y hagámoslo de la misma manera: respetando y apoyando su proceso. Luego, redirijamos juntos el camino para comunicarlo a nuestros hijos y establecer estos nuevos parámetros de comunicación familiar donde el respeto, la apertura, la empatía, la actitud de escucha y la valorización de los pensamientos y sentimientos ajenos sean los principales ingredientes. El proceso no es fácil, ni de la noche a la mañana, pero si ponemos nuestro corazón, seguro lo lograremos. Si necesitamos ayuda externa, no dudemos en pedirla, seamos concientes que el beneficio lo transmitiremos también a nuestros pequeños y estaremos marcando la diferencia en la historia y el futuro de nuestra familia.

Tuti Furlán
Psicología Bebés
Licda. Psicología Clínica
Conductora de Televisión, Actriz y Locutora


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