Jose Luis Duarte Jose Luis Duarte Author
Title: Los niños y la palabra "no"
Author: Jose Luis Duarte
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¿Cuál es la primera palabra que aprende a pronunciar un niño? Tenemos respuestas para todos los gustos: que si es "mamá", que si e...
¿Cuál es la primera palabra que aprende a pronunciar un niño? Tenemos respuestas para todos los gustos: que si es "mamá", que si es "papá", que si es "agua"… el caso es que las dos primeras no nos sirven porque ambos padres ponen mucho empeño en tratar de que su bebé aprenda a identificarlos por nombre y pasan mucho tiempo repitiendo los dos sonidos que, además, son fáciles de pronunciar.

De todos los sonidos que oye el bebé desde que nace, cuando comienza a gatear, cuando da sus primero pasitos, cuando comienza a agarrar todo lo que está a su alcance, a metérselo en la boca, o en un ojo, el que más oye es una sílaba: NO.

Tan pronto el bebé comienza a ser niño y trata de tener autonomía y aprender y explorar su entorno, comienza la palabra maldita a hacer su aparición.

"No. No se toca" "No, a la boca no, caca." "No, ven." No, no, no, no… y no. Todo el día con el no dichoso.

No podemos dejar que la pequeña Celia se meta en la boca algo que ha pillado del suelo, claro. Pero Celia no sabe que esa cosa sucia no es conveniente en la boca porque está explorando su entorno y está aprendiendo. Todo es nuevo para ella y conforme su cerebro se desarrolla ella va almacenando información y experiencias… a una velocidad inaudita si nos ponemos a pensar. Por lo tanto no podemos permitir que corra peligro y debemos guiarla y enseñarle. Todo correcto.

El problema surge cuando todos los padres adoptamos la palabra que más oirá nuestra descendencia a lo largo de la vida: NO.

Consultando el diccionario de la Real Academia Española, encontramos que el significado que nos ocupa no está reseñado. Supongo que los lexicógrafos de las Academias de la lengua tienen un trauma infantil con la palabra y por eso no nos dan esa definición.

Acabo de emplear la palabra "trauma" al referirme a "no". Todos deberíamos estar traumatizados a causa de los millones de "noes" que hemos escuchado en nuestras vidas que han sido un calvario de no, no, no, no…No digas esto. No, no salgas con esa chica. No, no contestes así a tu padre. No, no vuelvas tarde. No te lleves el coche. No te cases con ese inútil. No bebas.

¿Por qué no somos un poquito más positivos? ¿Por qué no intentar otra manera de afirmar nuestra autoridad? ¿Por qué no darle la vuelta a las cosas?

Cuando Celia se lleva algo a la boca delante de nosotros, podemos quitárselo con suavidad y darle otra cosa… sin emplear la palabra NO. Si Celia está cansada y tira al suelo todo lo que pilla, podemos hacer muchas cosas sin gritarle NOOO. Y cuando algún día Celia pida las llaves del coche, en vez de decirle NO, podrá su padre informarle que lo siente pero que necesita el vehículo o que cree que los frenos no funcionan bien. Y si le dicen que NO se case con ese chico, se casará con él. Mejor sería que le dijésemos que llega tarde con frecuencia, que a veces le huele el aliento a vino… pequeñas sugerencias. Ya sabemos que los jóvenes -¡menos mal!- son rebeldes e inconformistas. El NO les hierve la sangre… ese constante no, no, no, no.

El NO debería ser una negación. Asociar NO con prohibición es nefasto.

Delfín Carbonell Basset

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