una sola aurora boreal,
la desconocen mis ojos
y sin embargo sé tanto
de sus colores irisados,
una acuarela que me altera
como si bebiera vino rojo
porque la veo tan presente
en el cielo de mi mente
cuando el alba ha llegado
y tus labios peregrinos
me recorren toda entera
susurrando quedamente,
humedeciendo mis caminos,
entreabriendo mis caderas
y enloqueciendo mis sentidos
con tus besos tan ardientes.
María Elena Astorquiza V.
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