que son mi luz y mi alegría
y que me hicieron sentir bella,
los envuelva nunca la neblina
de esas madrugadas frías
que buscan nublar tu mirada
con el vaho gris de su aliento
y su aletargada melancolía.
No quiero saberte entristecido
porque tu tristeza a mí me llega
bañando en llanto mis pupilas
y no tengo cómo acabar con ella
si no es con el mirar encendido
de estos dos negros ojos míos
que velan tus sueños dormidos
y que en tus noches son estrellas.
María Elena Astorquiza V.
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