vestido entero de gris y negro
y sin embargo ante mis ojos
no ha habido cielo más hermoso
que este cielo gris de invierno
y como si él adivinara que yo
lo contemplaba desde mi lecho,
después de lucir su traje oscuro
abrió de par en par sus cortinas
dejando al sol brillar cual oro puro
y entonces su luz inundó mi pecho,
buscó nido seguro entre mis brazos
y de paso, encandiló mis pupilas.
María Elena Astorquiza V.
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