la estancia larga anunciaba sus grises
mientras la verbena reía de triunfo ajeno.
Pisos quebradizos abrigan tus pasos
y los espantos escondidos
escudriñan las maravillas del silencio.
Noche de cuerdas rotas
vasos y sillas ausentes
en la mesa servida sin comensales.
Brilla el antifaz de la farsa
trajeada de oro,
y la culpa merodea el agua cristalina
de alguna copa inadvertida
en el retraso inagotable de
un amor cargado de detalles incoloros...
Luz taciturna de vaivenes nacarados
una oración de gracias por las
palabras no pronunciadas,
culpas fatigadas que acompañan
la soledad....
Mariela Lugo
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