El vestido de lentejuelas azules abraza el piso frío de
cuadrículas que se separan de su elegancia reciente, los papeles de regalos
rotos, con los santas destrozados, parecen llorar callados su fugaz misión, las
botellas vacía ahora lucen la incoloridad del vidrio transparente oloroso a
trasnocho, las migajas apoderadas de la mesa mágica de mantelería nueva y
vajilla navideña, la cena arrasada por la gula que llamada tradición, cuenta
calorías burlonas tras haber cumplido su objetivo, el árbol sin raíz aun vigila
los espacios silentes, amaneció encendido para que el recién nacido no llorará
de miedo a la soledad, los juguetes descansan fatigados de la manitas
presurosas e inocentes, el desanimo de haber recibido el regalo equivocado se
nutre del consuelo que volverá la navidad y algún día la esperanza se hará
realidad, los amantes secan las lágrimas de las distancias severas, los esposos
analizan las cantidades esfumadas para rendir cuentas a ellos mismos, los niños
duermen la paz de la edad feliz, las calles casadas con el silencio duermen con
el sopor del jolgorio comercial, el Niño Bendito sigue en su cuna, María le
preocupa una noche llena de bombillitos de colores que distrajeron el sueño del
recién nacido, le angustia su carencia de ropa y la contaminación viral de los
años nuevos, los Reyes Magos siguen su andar por las veredas desiertas en eo
reto de la dificultad de ver la estrella perdida en un cielo de nubes grises que
nos vendió la industria y el desamor, los obreros duermen la embriaguez de la
alegría de un día de pocas horas contrario a la jornada de trabajo donde el
sudor es duro, las promesas de los que han mentido no descansan, en ellos el
desvelo está saturado de exquisiteces y bebidas de alto costo, el mendigo sigue
arropado de cartones de camures y plátanos, la esperanza sigue viva en el latir
de los corazones de los que fijan su fe para aliviar el niño que yace en una
incubadora, o en el reten de algún hospital, o con un respirador porque tiene
asma, o en que desafía los carros veloces en la autopista , o en el que va a la
escuela todo los días con su uniforme limpio y ordenado, allí está la esperanza
, en nosotros mismos, mientras tanto la ciudad duerme el ruidoso pasado
reciente de la noche vieja.
Nació el Niño Dios, a él el pedimento de que los que se
han ido regresen algún día o que las lágrimas no sean tantas en los días de
soledad...
Mariela Lugo García
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