llegan al galope las tinieblas,
ascienden vertiginosamente
los monstruos de las dudas.
Un susurro de los vientos,
trae el recuerdo
de la daga sobre tu pecho,
el vil reflejo de la sangre
que se escapa de su cauce
inundando con su sabia
la estancia almidonada.
El fulgor de la luna
ya no brilla en tus pupilas ...
Maria Glez Méndez
Publicar un comentario