con tu figura dormida en las olas blancas,
allí, te acompaña nuestra noche de luceros
atada al horizonte de faroles lejanos.
Si pudieras ver mi mano extendida,
mis uñas han rasgado la arena ocre,
invocan tus pasos transparentes,
siento tu voz como sinfonía
que dibuja la calma de mi ser.
Aire y silencio, ruido de olas,
que decantan sonidos azules
con sabor salobre de renuncias.
Si entendieras que aun te busco
en el andar del caracol naranja
o en el sol trasnochado
por la luna que no entendió su brillo.
Te guarde un coral blanco
que como yo, se quedó en la orilla
angustiosa de la tormenta.
Si estuvieras aquí tendrías las alas
de la gaviota viajera
y cruzaríamos los vientos
acordonados de siluetas felices
y nos vestiríamos con las escamas de la
de la sirena que no pronunció palabras.
Si te volviera a ver
tejería la luz de los cristales rotos
y la aurora me conduciría
al portal de las memorias.
Mariela Lugo
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