Además, el cuerpo nunca miente. Y si pretendas que mienta, es muy dañino y doloroso para tu cuerpo.
A la gente le da miedo decirse algunas cosas porque cree que a lo mejor hiere a su interlocutor o se hiere a sí misma. Pero mucho más daño te haces si no logras desahogar lo que sea.
En primer lugar, tu cuerpo se resentirá si no te desahogas; en segundo lugar, tu interlocutor se sentirá confuso; y en tercer lugar, tus relaciones se desbaratarán. Al final, acabará descubriéndose la verdad y para entonces la desconfianza y la ira pueden haber aumentado tanto que las relaciones se malogren definitivamente.
Para reafirmar este principio puedes empezar con este pensamiento:
"No pasa nada por decir la verdad y cuanto más sincero sea acerca de mis sentimientos, mejor me sentiré y mejor se sentirán los demás".
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