acabó su camino,
el viento que sopla
dejó sin sus ropas
a las ramas sin nidos
y los troncos erguidos
que miran al cielo
con sus torsos desnudos
de verdes y de hojas,
le ofrecen su abrigo
de pobres mendigos
al invierno que llega
cargado de lluvias,
de nieve y de hielo
en sus frías alforjas.
María Elena Astorquiza V.
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