estremeciendo
los tejados,
su silbido agudo
poco a poco
va creciendo y
los árboles desnudos
gimen agitados.
Y la lluvia cae
sin prisa ninguna
golpeando ruidosa
las ventanas cerradas
mientras la noche
oscura y mojada,
asoma presurosa
vestida de bruma.
Y disfruto de la lluvia
y del cielo sin luna,
del frío y del viento
apretada a tu pecho,
contigo en mis caderas
y en nuestro tibio lecho
de suspiros y besos,
el invierno queda afuera.
María Elena Astorquiza V.
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